Jesús alerta con frecuencia sobre el
riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El
deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de
una persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero
termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, “donde
esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón”.
Esta visión del peligro deshumanizador
del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes
estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a
pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a
la caducidad de nuestra existencia.
Sin embargo, para Jesús, la atracción del
dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse
de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es “un caso
perdido”. Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de
Jesús con un hombre rico de Jericó.
Al atravesar la ciudad, Jesús se
encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha
subido a una higuera para poder verlo de cerca. No es desconocido. Se
trata de un rico, poderoso “jefe de recaudadores”. Para la gente
de Jericó, un ser despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos
como casi todos. Para los sectores religiosos, “un pecador” sin conversión posible, excluido de toda salvación.
Sin embargo, Jesús le hace una propuesta sorprendente: “Zaqueo, baja en seguida porque tengo que alojarme en tu casa”.
Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de dinero y
de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó en seguida y
lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al
Defensor de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en
aquella casa. Sólo dice que el contacto con Jesús transforma
radicalmente al rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará
en los pobres: compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las
víctimas de las que ha abusado: les devolverá con creces lo robado.
Jesús ha introducido en su vida justicia y amor solidario.
El relato concluye con unas palabras admirables de Jesús: “Hoy
ha entrado la salvación en esta casa. También este es hijo de Abraham.
Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido”. También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo es
posible. No lo hemos de olvidar nadie. El ha venido para buscar y salvar
lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos
perdidos.
J.Antonio Pagola