viernes, 21 de diciembre de 2012

Prepararnos al Adviento

Éste fue nuestro objetivo en el acto penitencial que celebramos ayer.
¿Cómo preparanos al Adviento? Desde la gratitud por lo que uno tiene. Desde la escucha de esas promesas de un Dios que te dice: “vengo a tu mundo, a tu vida, a tu historia, para estar presente ahí. Vengo a ti.”
Dios no puede venir si no nos dejamos deslumbrar, si ya no queda nada que nos cause asombro, si el corazón no se enternece ante el dolor para dar a luz una vida auténtica.
Dios no puede venir si no allanamos las colinas del odio, si no ayudamos a construir puentes de cordialidad, si la ternura y la sencillez no se apoderan de nuestra vida.
Dios no puede venir si no descubrimos en nuestro interior la otra parte que tantas veces nos falta, que completa y da sentido a nuestras vidas como personas.
Dios no puede venir si no percibimos la brisa de la confianza en las noches sin luna de los cayucos que se acercan, silenciosos, como el llanto ahogado, como el soplo del Espíritu, como la necesidad imperiosa de vivir una nueva vida.
Dios no puede venir si no hacemos un hueco para invocarle, para darle gracias, para mostrarle nuestra impotencia, para gritar de dolor, para hablar confiadamente, como con un amigo.
Después de pasamos a la inauguración del Belén

Nuestro agradecimiento y felicitación a los autores Antonio, Loli e Inma