miércoles, 23 de noviembre de 2011

¡Mirad cómo sonríen! La comunidad del buen humor y la sonrisa.

Es una gracia de Dios encontrarse con mujeres y hombres “felices”, con grupos y comunidades “felices”, en los que -a pesar de todo- reina el buen humor. El malhumor vicia el aire, busca siempre razones para la indignación, hace de la vida una constante lucha y oposición “contra quien sea”. El malhumor no es hospitalario; considera a quien se le acerca como una amenaza. El malhumor afea el rostro… y el alma.  Es políticamente correcto sonreir cortésmente a quien se nos acerca: pero ¿se trata de “sonrisas sinceras”, profundas, desveladoras de un buen humor?

 

Breviario del Buen Humor evangélico

¿Cómo favorecer el buen humor en la comunidad? He aquí un breviario del Evangelio del Buen Humor para cada uno de nosotros:
  1. Cuando el Señor te llamó te dijo, como a María: «Alégrate, agraciado/a, estoy contigo». No dejes que la sombra de la tristeza descienda sobre tu rostro, sobre tu vida y la des-gracie. No permitas que tu comunidad de con-vocados pierda por tu causa su alegría y su gracia.
  2. Si el humor es una cualidad del amor, Pablo podría haber dicho: «El humor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado». Ese es tu carisma. Es un don germinal que puedes hacer crecer y que asumirá en tí una configuración irrepetible. Puedes contribuir a la humorización del mundo. Ojalá aprendas el arte del buen humor y encuentres a tu lado algún maestro que te lo enseñe.
  3. Si el humor es una cualidad del amor, Jesús podría haber dicho: «Mirad cómo se ríen». El cómo de la risa es la alternativa que tu comunidad ha de aportar. No te rías de nadie. Sonríe con todos. Haz de tu risa no un instrumento de humillación y venganza, sino un sacramento del Amor del Espíritu derramado en tu corazón.
  4. «Vosotros sois el buen humor de la tierra. Y si el buen humor se pone soso, ¿con qué se lo salará?». Estás llamado a alegrar la vida de los hombres, a ser maestro de la sonrisa que todo lo supera. Reconoce tu vocación y no dejes que la tristeza apolille tu alma.
  5. «Si sólo sonríes cuando todo te va bien, ¿qué gracia tienes? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sonríe en los conflictos y así serás Hijo del Abbá que hace salir el sol de su sonrisa sobre buenos y malos». La gracia del buen humor se manifiesta en las situaciones conflictivas de la comunidad, de la misión, de uno mismo. Tén paciencia. No tomes demasiado en serio tu ministerio. Respeta los ritmos de las personas. Respeta el ritmo de Dios. No hay situaciones irreversibles. Si entonces sonríes, estás proclamando tu fe inconmovible en la Gracia victoriosa.
  6. «No andeis malhumorados por la vida pensando qué comeréis, qué beberéis, cómo os vestiréis. De todo eso se preocupan los paganos. Ya sabe tu Padre del cielo que tienes necesidad de todo eso. Vive con el humor del Reino y todo eso lo recibirás como un regalo». No te malhumore la pobre y desgraciada situación de la sociedad, de la Iglesia, de tu congregación, de tu comunidad, porque el Padre es quien lleva la historia hacia adelante y El es capaz de hacer de las piedras hijos de Abraham, confunde a los fuertes con los débiles, habla por boca de jumentos.
  7. «Aprended de mí que tengo un corazón lleno de humor y de humildad. Mi yugo es llevadero y mi carga ligera». Contemplad al Señor… y hallaréis la sonrisa, porque para El nada hay imposible. Cuando el Señor está cerca los discípulos se llenan de alegría.
  8. «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma». Ni la enfermedad, ni la tribulación, ni la muerte, pueden separar a un discípulo del humor de Jesús.
  9. Corrige con la sonrisa noble de quien ama y valora, perdona con la sonrisa del corazón y te ganarás a tu hermano. No te canses de sonreir, aunque sea setenta veces siete. Así es el Padre del cielo.
  10. Salió el sembrador a sembrar el buen humor. Unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno rocoso, donde apenas tenían tierra; como la tierra no era profunda, brotaron en seguida; pero en cuanto salió el sol se abrasaron y, por falta de raíz, se secaron. Otros cayeron entre zarzas; las zarzas crecieron y los ahogaron. Otros cayeron en tierra buena y dieron fruto al ciento por uno… Mi madre y mis hermanos son los que acogen el humor de Dios y lo practican.
Tomado de Ecología del Espíritu