Si en los Ejercicios comencé a experimentar de verdad aquellas palabras que siempre me costó comprender: “No el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el sentir y gustar de las cosas internamente”, ahora transcurrido un mes de esa experiencia fundante, esta consigna ignaciana se ha ido haciendo mía cada vez más y he vuelto a “sentir y gustar” nuevamente al recordar todo lo vivido este verano y compartirlo comunitariamente.
El reencuentro fue muy bonito, no faltó nadie a la cita y fuimos más de los habituales, ya que apareció Luis, un amigo de la parroquia que tenía ganas de ver lo que allí “se cocía”. Todos fuimos contando nuestras experiencias veraniegas, muchas con sentimientos coincidentes (alegría, paz, agradecimiento…), ya que seis personas de la comunidad estuvimos realizando Ejercicios entre julio y agosto. Pero incluso los que no tuvieron la oportunidad de hacerlos, también descubrieron el rastro de Dios en aquella que fuera su actividad u ocupación.
Hoy continúo dando gracias a Dios por las muchas cosas que me mostró en los Ejercicios este verano. Fueron una experiencia de universalidad con la CVX y con toda la Iglesia, por vivir tan de cerca (no física pero sí espiritualmente) la celebración del MAGIS y la JMJ. Fueron el silencio para escuchar a Dios sin las prisas y el agobio que me invaden durante el curso. Me mostraron que se necesita gozar del viaje y no pensar sólo en la meta, que no se trata de hacer muchas o pocas cosas, sino de amar lo que haces, encontrar el sentido en lo que hago y me toca vivir: “sentir y gustar”. Pero sobre todo, me doy cuenta cada vez más, de la importancia de ser una comunidad firmemente asentada en los Ejercicios.
Termino con un agradecimiento especial al Comité de CVX-España por la oportunidad ofrecida éste y los dos veranos siguientes; y un recuerdo afectuoso a mis compañeros de Ejercicios, al Equipo de Acompañantes y a los miembros de la Comunidad CVX-Madre de Dios de la que formamos parte y tan generosamente nos han acogido a Jesús y a mí.
Ana, CVX