Jesús sabía que aquella cena iba a ser la "última". Es precisamente este carácter último lo que ilumina y da sentido profundo porque es una comida testamentaria, si tu hubieras estado allí ¿Qué habrías hecho?
Jesús deja su testamento que será lo que permitirá a sus discípulos, a pesar de su marcha, mantener su unidad y su identidad. Arranca su propia muerte de la fatalidad y del absurdo para hacer de ella un don libre a sus amigos y a todos los hombres y para darle el sentido de entrega de su cuerpo y de su sangre, de servicio a todos y de amor por encima de cualquier circunstancia.