“Nuestra vida como cristianos
está marcada por la presencia poderosa de la mano de Dios que nos sostiene, y
por la asistencia discreta de los santos, hermanos y hermanas mayores que han
recorrido nuestro mismo camino, que han sufrido nuestras mismas penalidades y
que viven ya para siempre con Dios: su existencia nos asegura que la vida
cristiana no es un ideal inalcanzable, sino posible con la gracia de Dios”.
El Papa realizó un recorrido
del camino de nuestra vida que realizamos en
compañía de los santos, a partir del bautismo, en donde se realiza la primera
intercesión:
“La carta a los Hebreos
define la presencia de los santos en
nuestra vida con la expresión «una nube ingente de testigos».
Ellos nos rodean invisiblemente, y su compañía e intercesión se hace evidente
en los momentos culminantes de nuestro caminar cristiano: como en el Bautismo, donde
por primera vez se invoca su intercesión para que Dios nos ayude en la lucha
contra el mal. En el matrimonio, para
que conserve en el amor y la fidelidad a los esposos que inician el «viaje» de
la vida conyugal. En la Ordenación
sacerdotal, donde toda la Asamblea, guiada por el Obispo,
implora su intercesión en favor del candidato. Y así, también en otras
circunstancias de nuestra peregrinación”.
Francisco señaló que en los
momentos difíciles es necesario tener coraje para elevar nuestra mirada al
cielo y pensar en los muchos cristianos que, pasando a través de las
tribulaciones, han custodiado blancas las vestiduras
bautismales: esto es posible - dijo el Papa - teniendo presente
que Dios nunca nos abandona, sino que cada vez que tenemos necesidad, un ángel
suyo viene a levantarnos y a infundirnos su consuelo. Ángeles – añadió - alguna
vez con un rostro y corazón humano: “Los santos de Dios están siempre aquí,
escondidos en medio de nosotros”, afirmó.
Mientras que nosotros, polvo
que aspira al cielo, débiles nuestras fuerzas, pero poderoso el misterio de
gracia presente en nuestra vida, debemos
mantener siempre viva la esperanza de ser santos (Griselda Mutual), porque
el mayor regalo que podemos dar al mundo es aquel de ser imagen de Cristo para
este mundo:
Somos polvo, - dijo el Papa-
amasados con el amor de Dios, y fieles a esta tierra amada por Jesús, que
caminan decididamente hacia la patria definitiva, guiados por una sólida
esperanza: “Que el Señor nos conceda la gracia de ser santos, de convertirnos
en imágenes de Cristo para este mundo, tan necesitado de esperanza, de personas que rechazando el mal,
aspiren a la caridad y a la fraternidad”, concluyó.
(Griselda Mutual - Radio Vaticano)
No hay comentarios:
Publicar un comentario