La clave de la Fiesta de Cristo Rey está en el servicio y en el compartir. Nos libera lo que ofrecemos y el darnos a nosotros mismos. Nos encadena el afán de poseer, de acaparar, de pensar que somos porque tenemos y que la cosa está en subir puestos en lugar de bajar en humildad.
Conocer a Jesús, el Rey del Amor, es acercarse al trono de la Cruz y de la disponibilidad, cambiar de mentalidad y hacer carne las bienaventuranzas. Si estamos en otra onda, tenemos asegurada la cárcel del corazón y de la vida.
Celebremos al Señor que reina en aquellos que son libres para amar y darse. Merece la pena, aunque cueste. Con esta invitación concluimos el Año litúrgico a la espera del Adviento.
Fernando Cordero, sscc.
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