La Eucaristía es el centro de la vida del cristiano, ya que recibe a Cristo que se hace presente en la Hostia consagrada que se nos entrega como alimento de vida eterna.
En los primeros siglos del cristianismo se hacía la reserva del pan consagrado para llevarlo a los enfermos, presos,... Con el paso del tiempo, y habiendo desaparecido las persecuciones, la Reserva Eucarística va teniendo más solemnidad. En la Eucaristía se introduce la Adoración Eucarística después de las palabras de la consagración, momento en el que el sacerdote eleva el Cuerpo y después el cáliz con la Sangre de Cristo.
Ya en el siglo IX dadas las controversias eucarísticas de Pascasio Radberto, Retramno, y Berengario, se promueve la Adoración Eucarística fuera de la Misa. De hecho, el Concilio de Trento defiende esto afirmando la permanencia de Cristo en la Eucaristía, frente a la presencia durante el tiempo en que la asamblea se encuentre reunida, como afirmaba Lutero.
Son muchos los santos que han escrito sobre la importancia de la Eucaristía y la Adoración de la misma. Son muchas las Órdenes religiosas que basan su carisma en la Contemplación del Misterio del Dios hecho carne en este sacramento. Es también un modo de alcanzar la Indulgencia Plenaria, haciendo una Hora Santa. Qué mejor manera que dedicar un poco de nuestro tiempo a estar con el Señor: es sólo una parte de lo que Él continuamente nos regala.
El momento que pasamos ante Cristo Sacramentado, revivimos el momento en el que los pastores y los Reyes de Oriente se postraron ante Jesús, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Es un encuentro de tú a Tú, ocasión para manifestar que Quien está delante nuestra es el mismo Dios en la Persona de Cristo, que quiere estar un rato con nosotros para hacer arder nuestro corazón con el Suyo.
Por ello, te seguimos invitando a la Adoración al Santísimo que tenemos cada viernes de 19:00 a 20:00. Después de toda la semana, venimos al Señor a traerles nuestras luchas y Sus victorias, porque, seguro, Él oirá y nos acompañará en cada momento para darnos la Gracia que nos mantiene en su camino. Aquí os dejo una Oración Eucarística preciosa:
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.
Amén. (Santo Tomás de Aquino)
Antonio Luis Sánchez Álvarez, párroco.