Terminando
el ciclo de Navidad tenemos este domingo 1º del Tiempo Ordinario con
el relato del Bautismo de Jesús.
Marcos
presenta sucintamente el relato indicando que Jesús se puso a la
fila de personas para ser bautizadas por Juan y éste lo bautizó,
señalando a continuación una "teofanía": una
manifestación de Dios (signos en el cielo, una paloma y una voz).
Unos
preámbulos.
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El movimiento de renovación impulsado por el Bautista debió de
impactar en la sociedad israelita de su momento.
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Él practicaba un bautismo de conversión a orillas del Jordán y
hacía una fuerte crítica social y religiosa a la sociedad de su
época. La gente lo consideraba un profeta al estilo del profetismo
tradicional israelita.
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Jesús, indudablemente se sintió impactado por el llamamiento de
Juan, se hizo bautizar por él y se enroló en su movimiento.
Dos
puntos teológicos del texto:
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Jesús experimentó en su bautismo su filiación divina. De alguna
manera se sentía amado especialmente por Dios.
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Jesús se sintió capacitado para una misión: la anunciar del Reino
de Dios, porque a partir de entonces es cuando comienza su vida
pública.
Unos
puntos a considerar para nosotros:
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Nosotros cuando nos bautizamos, somos sumergidos
en el agua por la muerte de Jesús para vivir una vida nueva al salir
del agua por su resurrección.
Este es el sentido antropológico y teológico del Bautismo.
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Por ello, bautizarse es renovarse para vivir como persona
nueva.
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Tercero, el Bautismo nos compromete a vivir como
vivió Él, con y para los hermanos.
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Y cuarto: A trabajar con Jesús en la construcción del Reino de
Dios.
El
sentido del bautismo, por ello es incorporarse a la comunidad, a la
Iglesia y ser corresponsable con los hermanos en el testimonio del
Evangelio. Es decir "ser mayor de edad" en la fe.
Marcelino Sánchez, sj