El Adviento es tiempo de esperar. No tenemos seguridades, sólo signos que anuncian algo nuevo.
Este es un tiempo que puede ser una buena oportunidad para ejercitarnos
en esperar con paciencia. Desear, imaginar, echar a volar la ilusión
por lo que va a llegar… sin que esté en mi mano adelantarlo. Quizá así
el corazón esté más preparado para cuando Dios sea Dios-con-nosotros.
Quizá así este tiempo no pase inadvertido como una tarea más.
Sintámonos invitados a vivir atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, a confiar con esperanza a pesar de las dificultades y a sentir una alegría profunda por quien nace entre nosotros.