“Anunciar a
Cristo significa, sobre todo, ser sus testigos con la vida. Se trata de
la forma de evangelización más sencilla y, al mismo tiempo, más eficaz a
vuestra disposición, y consiste en manifestar la presencia visible de
Cristo en la propia existencia, a través del compromiso cotidiano y la
coherencia con el Evangelio en toda opción concreta. Hoy el mundo tiene
necesidad, ante todo, de testigos creíbles”.
(Juan Pablo II, Mensaje para la VII Jornada Mundial de la Juventud)