Cada año los cristianos de todo el mundo se unen en oración para crecer en
la unidad. Hacemos esto en un mundo en el que la corrupción, la codicia y la
injusticia crean desigualdad y división. Oramos juntos en un mundo dividido:
esto es algo poderoso. Sin embargo, como cristianos y comunidades muchas
veces somos cómplices de la injusticia, aunque también estamos llamados a
dar un testimonio común a favor de la justicia y ser instrumentos de la gracia
sanadora de Cristo para un mundo quebrantado.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2019 ha sido preparada por cristianos de Indonesia. Con una población de 265 millones, de la
cual el 86 % se considera musulmana, Indonesia es bien conocido como el
país con mayor población musulmana del mundo. Sin embargo, un 10 % de
los habitantes de Indonesia son cristianos de distintas tradiciones. En términos tanto de población como de su vasta extensión territorial, Indonesia es el
país más grande del Sudeste Asiático. Tiene más de 17.000 islas, 1340 grupos
étnicos diferentes y más de 740 lenguas locales y, sin embargo, está unido en
su pluralidad por una lengua nacional, el indonesio (Bahasa Indonesia). La
nación se funda en cinco principios, llamados Pancasila, con el lema Bhineka
Tunggal Ika (unidad en la diversidad). A través de la diversidad de grupos étnicos, lenguas y religiones, los indonesios han vivido de acuerdo con el principio de gotong royong, que es vivir en solidaridad y colaboración. Esto significa
compartir en todos los ámbitos de la vida, el trabajo, el duelo y las fiestas, y
considerar a todos los indonesios como hermanos y hermanas.
Esta armonía siempre frágil está amenazada en la actualidad de nuevas maneras. Gran parte del crecimiento económico que Indonesia ha experimentado
en las últimas décadas se ha basado en un sistema que tiene en su corazón la
competitividad. Esto es directamente contrario al principio de colaboración
de gotong royong. La corrupción está presente de muchas formas. Infecta la
política y los negocios, frecuentemente con consecuencias devastadoras para
el medio ambiente. De un modo especial la corrupción socava la justicia y la aplicación de la ley. Con demasiada frecuencia los que deberían promover la
justicia y proteger al débil hacen lo contrario. Como consecuencia de ello, la
brecha entre los ricos y los pobres ha aumentado, con lo que en un país que es
rico en recursos se ve el escándalo de muchas personas que viven en pobreza.
Como dice un dicho tradicional de Indonesia: «un ratón se muere de hambre en un granero lleno de arroz». Mientras tanto, se suele asociar a algunos
grupos étnicos y religiosos concretos con la riqueza en modos que alimentan
las tensiones. La radicalización que enfrenta a una comunidad contra otra ha
crecido y se ve exacerbada por el uso indebido de los medios de comunicación
que demonizan a algunas comunidades.
En tal contexto, las comunidades cristianas toman conciencia nuevamente de
su unidad al juntarse ante una misma preocupación y para dar una respuesta
común a una situación injusta. Al mismo tiempo los cristianos, frente a estas
injusticias, estamos obligados a examinar las maneras en las que somos cómplices. Solamente atendiendo la oración de Jesús de que «sean uno» podemos
dar testimonio de vivir la unidad en la diversidad. Solo a través de nuestra
unidad en Cristo seremos capaces de luchar contra la injusticia y de ponernos
al servicio de las necesidades de las víctimas.
Movidos por estas preocupaciones, los cristianos de Indonesia encontraron
que las palabras del Deuteronomio «actúa siempre con toda justicia…» (cf. Dt
16, 18-20) hablaban poderosamente a su situación y a sus necesidades. Antes
de que el pueblo de Dios entrara en la tierra que Dios le había prometido,
renovó su adhesión a la alianza que Dios había hecho con él. El pasaje bíblico se encuentra en un capítulo que tiene como tema central las fiestas que el
pueblo de la alianza debía celebrar. Para cada fiesta se instruía al pueblo: «La
celebrarás con tus hijos e hijas, tus esclavos y esclavas, con los levitas, inmigrantes, huérfanos y viudas que viven en tus ciudades» (Dt 16, 14; cf. también
16, 11). Los cristianos de Indonesia intentan recuperar este mismo espíritu de
fiestas incluyentes entre las distintas comunidades que antes tenían. Puede parecer extraño que al final de este largo capítulo aparezcan dos versículos sobre
el nombramiento de jueces, pero en el contexto de Indonesia la relación entre
las fiestas incluyentes y la justicia aparece con mucha claridad. Como pueblo
de la alianza establecida por Jesús, sabemos que las alegrías del banquete celestial serán dadas a los que tienen hambre y sed y que son perseguidos por la
justicia «porque suyo es el reino de los cielos» (Mt 5, 6.10).
La Iglesia de Cristo está llamada a ser un anticipo de este reino. Sin embargo,
en nuestra desunión nos quedamos cortos. Fallamos a la hora de ser el signo
del amor de Dios para su pueblo. Del mismo modo que la injusticia ha hecho crecer las divisiones que han desgarrado la sociedad de Indonesia, también la
injusticia ha alimentado las divisiones en la Iglesia. Nos arrepentimos de la
injusticia que causa divisiones, pero como cristianos creemos en el poder de
Cristo para perdonarnos y redimir. De este modo, nos encontramos unidos
bajo la cruz de Cristo, pidiendo a la vez por su gracia que ponga fin a la injusticia y por su misericordia por nuestros pecados que han sido la causa de
nuestra división.