Todos sabemos lo arriesgado que es firmar un cheque en blanco… ¡¡¡ufff! El que lo recibe puede anotar cualquier cosa, una cantidad desorbitada… y el que lo ofrece puede que tenga que empeñar toda su vida en pagar aquello. No firmamos un cheque en blanco a cualquier persona, solo a quienes llamamos amigos, amigas de verdad, porque sabemos que no nos van a pedir más de lo que podemos dar y porque a esas personas amigas nos sale espontáneo dar todo lo que somos con alegría.
Pues eso es lo que hoy dice Jesús: ¡que somos sus amigos y que por nosotros firmó un cheque en blanco, dio la vida entera! Somos sus confidentes y nos ha revelado todos sus secretos. Podemos pedir al Padre en su nombre cualquier cosa. Solo nos pide algo: que también amemos a los hermanos y hermanas que va poniendo en nuestro camino.
Es como una cadena: el Padre ama al Hijo y lo envía. Éste le ama y permanece en el Padre. El Hijo nos ama como ama al Padre y guarda sus mandamientos. Amar a Jesús es guardar sus mandamientos, o mejor, su mandamiento: el amor. Es la vivencia-termómetro más clara: la que demostrará el grado de amor que tenemos a Dios, ese Dios que ha firmado un cheque en blanco para cada uno de nosotros y nos pide que hagamos lo mismo.
acompasando.org