Hoy comienza
el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Por eso es importante que conozcamos un
poco acerca de su devoción.
La devoción
al Corazón de Jesús se encuentra enraizada en la entraña del mismo Evangelio,
de donde proceden todos aquellos ideales, actitudes, conductas y prácticas
fundamentales, definitorias del auténtico cristianismo y peculiares del culto
cristiano.
Y ¿qué es la
devoción al Corazón de Jesús? La devoción al Corazón de Jesús, está totalmente
de acuerdo con la esencia del cristianismo, que es religión de amor. Ya que
tiene por fin el aumento de nuestro amor a Dios y a los hombres. No apareció de
repente en la Iglesia, ni se puede afirmar que deba su origen a revelaciones
privadas. Pues es evidente que las revelaciones de Santa Margarita María de
Alacoque no añadieron nada nuevo a la Doctrina Católica. La importancia de
estas revelaciones está únicamente en que sirvieron para que, de una forma
extraordinaria, Cristo nos llamase la atención para que nos fijásemos en los
misterios de su amor. “En su corazón debemos poner todas las esperanzas”. Ya
que “la Eucaristía, el Sacerdocio y María son dones del Corazón de Jesús” (Pío
XII, Encíclica Haurietis Aquas).
1.
En la Sagrada Escritura
Del Corazón
del Mesías hablan los Profetas, poniendo en su boca estas expresiones: “Porque
Yahvé está a mi diestra, se alegra mi corazón” (Sal. 16,9). “Todos mis huesos
están dislocados, mi Corazón es como cera que se derrite dentro de mis
entrañas” (Sal. 22,15). “Dentro de mi corazón está tu ley” (Sal. 40,9). “El
oprobio me destroza el Corazón” (Sal. 69,21).
También el
Nuevo Testamento hace referencias al Corazón de Cristo: “Aprended de mí, que
soy manso y humilde de Corazón” (Mt. 11,29). “Un leproso se le acercó,
suplicándole de rodillas: Si quieres puedes curarme. A Él se le conmovió
el Corazón” (Mc. 1,41). “Se le conmovió el Corazón porque estaban como ovejas
sin pastor” (Mc. 6,34). “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba, si cree en mí.
Pues como dice la Escritura: brotarán de su Corazón ríos de agua viva” (Jn.
7,37-39). “Dios es testigo de cómo os quiero en el Corazón de Cristo Jesús”
(Fil. 1,8).
Es
interesante observar en el texto citado de San Pablo, que toma como modelo y
centro del amor entre los cristianos el amor de Cristo simbolizado en una parte
de su cuerpo, su Corazón. Y en el texto de San Juan, aparece su Corazón, (que
simboliza su amor) como la fuente del Espíritu que nos había de enviar (Cfr.
Jn. 15,26) y a la que nos invita a acudir. Esto es ya iniciar toda una
espiritualidad del Corazón de Jesús.
Pero queda
otro texto, el más profundo, aunque no mencione expresamente el Corazón: “Al
llegar a Jesús, como vieron que ya había muerto, no le rompieron las piernas,
sino que uno de los soldados con la lanza le atravesó el costado, y salió entonces
sangre y agua.” (Jn. 19, 33-34).
San Juan, en
su Evangelio, tiene cuidado de suplir las lagunas de los sinópticos, y aquí
llama la atención en narrar este hecho: contrapone los designios de los hombres
de quebrarle las piernas, al plan de Dios, tan importante que está doblemente
profetizado por la Escritura; y sobre la lanzada que hace brotar sangre y agua,
con toda solemnidad apela repetidamente a la veracidad de su testimonio; y todo
para que creamos. ¿Qué hemos creer? Sin duda se trata de algo extraordinario,
de un misterio de salvación.
En Juan
7,39, se anuncia el misterio del Espíritu que se nos había de dar. Aquí, en Jn.
19,34, se nos da ese Espíritu, sale ya aquella agua prometida. Es decir, con la
muerte de Cristo, muerte por amor completada y simbolizada en el Corazón
traspasado, se consuma nuestra redención y el nacimiento de la Iglesia, del
cuerpo místico de Cristo, o sea de nuestra incorporación a Cristo, y por Cristo
a Dios.
Ver
simbolizada en la sangre de la lanzada, la eucaristía, y en el agua el
bautismo, tiene la base teológica que el sacrificio eucarístico es renovación y
representación de la muerte sangrienta de Cristo, completada por esa lanzada; y
el bautismo es purificación del pecado y nacimiento a la vida sobrenatural, gracias
a la muerte de Cristo, y asociándonos a ella. Ambos, pues, eucaristía y
bautismo tienen su origen en la muerte de Cristo.
Misterio de
salvación, fabuloso misterio de amor, razón última de Cristo, de toda su obra,
y suprema lección para nosotros. Fundamento bíblico de la espiritualidad del
Corazón de Cristo, que no es otra cosa sino avanzar por ese camino de verdad
hacia la plenitud del amor, simbolizado en el Corazón traspasado.
2.
En la Tradición
Los Santos
Padres y los escritores antiguos, profundizando en estos pasajes bíblicos,
consideran el costado o el Corazón traspasado de Cristo, como símbolo,
identificado con el hecho real del nacimiento de la Iglesia a la hora de su
muerte. Es decir: el amor de Cristo es el origen de todas las gracias, incluida
la Iglesia; pero un amor que ha llegado hasta la muerte para conseguirnos esas
gracias; y ese amor doloroso, esperanza de resurrección triunfal, lo ven
simbolizado más que en su corazón traspasado, en la herida del costado (aunque
es el mismo hecho).
Así S.
Justino: “hemos salido, como las piedras de una cantera, de las entrañas de
Cristo”. Otra comparación frecuente es Cristo –Iglesia con Adán-Eva; como esta
se formó del costado de Adán, así la Iglesia desde Cristo. S. Juan Crisóstomo:
“de la herida de su costado ha formado Cristo la Iglesia, como antes Eva lo fue
de Adán”. S. Agustín: “Adán duerme para que nazca Eva; Cristo muere para que
nazca la Iglesia. Del costado de Adán dormido nace Eva. Muerto Cristo, la lanza
abre su costado para que broten los sacramentos con los cuales se forma la
Iglesia”.
Comienza en
Orígenes la atención a San Juan, que reclinó su cabeza en el Señor (Jn. 13,23)
y pudo allí beber el agua viva del conocimiento místico y de los misterios
divinos. Continuó esta tradición en S. Agustín: “S. Juan, quien en la cena se
reclinó en el pecho del Señor para significar así que bebía de su Corazón los
más profundos secretos...”.
El último
Santo Padre griego, S. Juan Damasceno, aconseja: “que nos acerquemos a este
Corazón con deseo ardiente; para que el fuego de nuestro deseo queme nuestros
pecados, ilumine nuestros corazones y de tal manera nos haga arder al contacto
con el fuego divino, que nos transformemos en Dios”.
3.
En la historia
Los Santos
Padres muchas veces hablaron del Corazón de Cristo como símbolo de su amor,
tomándolo de la Escritura: “Hemos de beber el agua que brotaría de su Corazón...
cuando salió sangre y agua” (Jn 7,37; 19,35).
En la Edad
Media comenzaron a considerarle como modelo de nuestro amor, paciente por
nuestros pecados, a quien debemos reparar entregándole nuestro corazón (santas
Lutgarda, Matilde, Gertrudis la Grande, Margarita de Cortona, Ángela de
Foligno, San Buenaventura, etc.).
En el siglo
XVII estaba muy extendida esta devoción. San Juan Eudes, ya en 1670, introdujo
la primera fiesta pública del Sagrado Corazón.
Santa
Margarita María de Alocoque (monja salesa de Paray-le-Monial, Francia), en 1673
comenzó a tener una serie de revelaciones que le llevaron a la santidad y la
impulsaron a formar un equipo de apóstoles de esta devoción. Con su celo
consiguieron un enorme impacto en la Iglesia.
San Claudio
de la Colombiere, jesuita, fue director espiritual de Santa
Margarita, la receptora de las apariciones y mensajes del Sagrado
Corazón. Nuestro querido santo comprendió la gran importancia de las
apariciones y respondió con todo su corazón a la encomienda que Nuestro Señor
le hizo de propagar la devoción a Su Corazón. San Pedro
Canisio S.J. fue uno de los primeros devotos al Corazón de Jesús.
El
Apostolado de la Oración, que pretende conseguir nuestra santificación personal
y la salvación del mundo mediante esta devoción, contaba ya en 1917 con 20
millones de asociados. Y en 1960 llegaba al doble en todo el mundo, pasando en
España del millón; sus 200 revistas tenían 15 millones de suscriptores. La
mayor asociación de todo el mundo.
La Oposición
a este culto siempre ha sido grande, sobre todo en el siglo XVIII por parte de
los jansenistas, y recibió un fuerte golpe con la supresión de la Compañía de
Jesús (1773).
En España se
prohibieron los libros sobre el Sagrado Corazón. El emperador de Austria dio
orden que desapareciesen sus imágenes de todas las iglesias y capillas. En los
seminarios se enseñaba: “la fiesta del Sagrado Corazón ha echado una grave
mancha sobre la religión”.
La Europa
oficial rechazó el Corazón de Cristo y en seguida fue asolada por los horrores
de la Revolución francesa y de las guerras napoleónicas. Pero después de la
purificación, resurgió de nuevo con más fuerza que nunca.
En 1856 Pío
IX extendió su fiesta a toda la Iglesia. En 1899 León XIII consagró el mundo al
Sagrado Corazón de Jesús (Ecuador se había consagrado en 1874).
Y España en
1919, el 30 de mayo, también se consagró públicamente al Sagrado Corazón en el
Cerro de los Ángeles (centro geográfico de España). Donde se grabó, debajo de
la estatua de Cristo, aquella promesa que hizo al padre Bernardo de Hoyos,
S.J., el 14 de mayo de 1733, mostrándole su Corazón, en Valladolid (Santuario
de la Gran Promesa), y diciéndole: “Reinaré en España con más Veneración que en
otras muchas partes" (entonces también América era España).
4.
En el Magisterio de la Iglesia
¿Qué dicen los Papas de la Devoción al Corazón de Jesús?
“Es absolutamente cierto que se trata del acto
más excelente del cristianismo.” “Es la mejor manera de practicar la religión
cristiana.” “Los que estiman en poco este insigne beneficio dado por Jesucristo
a su Iglesia ofenden a Dios” (Pío XII).
“Es una nueva luz, una llama de vida
suscitada por el Señor para romper providencialmente la tibieza de los tiempos”
(Juan XXIII).
“Este culto debe ser estimado en
grado sumo por todos como la excelente y auténtica espiritualidad que exige
nuestro tiempo, conforme a las normas insistentes del Concilio Vaticano II.”
(Pablo VI).
“Tened fija la mirada en el Sagrado
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones; aprended de Él las
grandes lecciones de amor, bondad, sacrificio y piedad”. “Esta devoción
responde más que nunca a las aspiraciones de nuestro tiempo” (Juan Pablo II).
5.
En la liturgia
Donde
principalmente se enseña a los fieles la doctrina y la vida cristiana, es en la
Misa. Pues bien, el culto público al Sagrado Corazón, fue canonizado en 1765
por Clemente XIII, al introducir su fiesta litúrgica, con Misa y oficios
propios.
Esta
enseñanza, mediante la liturgia, la imparte la Iglesia con frases suyas o con
frases tomadas de la Escritura (bien en su sentido propio, bien en un sentido
acomodado). En las recientes modificaciones introducidas con nuevas lecturas y
el evangelio en la nueva misa del Sagrado Corazón, el tema bíblico dominante es
el del amor de Cristo que se presenta como Buen Pastor.
La
importancia que la Iglesia concede actualmente al Sagrado Corazón, está
subrayada por la categoría de su fiesta, solemnidad de primera clase, de las
cuales sólo hay 14 al año en el calendario universal.
Además, la
fiesta de Cristo Rey, también solemnidad de primera clase, está estrechamente
unida a la espiritualidad del Sagrado Corazón. Pío XI declaró al instituirla
que precisamente a Cristo se le reconoce como Rey, por familias, ciudades y
naciones, mediante la consagración a su Corazón. Y determinó que en dicha
fiesta se renovase todos los años la consagración del mundo al Corazón de
Cristo.
D. Antonio Luis Sánchez Álvarez,
párroco.
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