¡Qué tiempo tan espléndido para hacerlo realmente en comunión! Preocupados unos por otros, sin individualismos, teniendo una mirada más amplia que la propia.
La Cruz será nuestra señal y nos guiará. Acoger la cruz, cargar con ella, asumirla, llevarla con garbo y alegría. Ser pequeños Cirineos con los que no puedan con ese peso. Cuaresma, tiempo de solidaridad.
Si las fuerzas decaen, ya vemos dónde anda la gasolinera: ayuno, limosna y oración. Tan sencillo y, a veces, cómo nos aturrullamos en el camino.
Nos encontraremos con baches y con dificultades. Tropezaremos en la piedra (¿cuántas veces?). No importa. El perdón de Dios es más grande que nuestras caídas y torpezas.
Y al final, Cristo Resucitado, que vence al pecado y a la muerte. Hacia Él caminamos.
¡Buena ruta, hermanos!
Extraído de Reflejos de luz