Queridos feligreses:
La formación permanente es muy necesaria para todos nosotros. En varias ocasiones habéis solicitado la misma. Es cierto que carecemos de tiempo, y no conseguimos cuadrar un horario para una formación. Por ello, he decidido publicar cada jueves una pequeña formación a través del blog. De esta manera, podéis leerlo cuando queráis. Hoy os quiero hablar sobre la Diócesis.
La palabra «diócesis» tiene una historia secular y otra eclesiástica. En el Imperio romano era una vasta unidad administrativa que incluía varias provincias. La Iglesia, que empezó en las ciudades, se fue extendiendo gradualmente por los alrededores de las zonas urbanas. En el Nuevo Testamento la comunidad cristiana local, por ejemplo, de Corinto, se denominaba «la ekklésia que está en Corinto» (cf 1 Cor 1,2). Pero ekklésia se usaba también para designar a la Iglesia cristiana en su conjunto, por ejemplo en Efesios y en Colosenses. Luego se usó el nombre de «parroquia» para referirse a la Iglesia local (nombre que todavía se usa en Oriente). Con su origen en Africa, en el siglo IV, la palabra «diócesis» se convirtió en el nombre para designar a la Iglesia Particular, aunque «parroquia» seguirá usándose en Occidente hasta el siglo IX.
La formación permanente es muy necesaria para todos nosotros. En varias ocasiones habéis solicitado la misma. Es cierto que carecemos de tiempo, y no conseguimos cuadrar un horario para una formación. Por ello, he decidido publicar cada jueves una pequeña formación a través del blog. De esta manera, podéis leerlo cuando queráis. Hoy os quiero hablar sobre la Diócesis.
La palabra «diócesis» tiene una historia secular y otra eclesiástica. En el Imperio romano era una vasta unidad administrativa que incluía varias provincias. La Iglesia, que empezó en las ciudades, se fue extendiendo gradualmente por los alrededores de las zonas urbanas. En el Nuevo Testamento la comunidad cristiana local, por ejemplo, de Corinto, se denominaba «la ekklésia que está en Corinto» (cf 1 Cor 1,2). Pero ekklésia se usaba también para designar a la Iglesia cristiana en su conjunto, por ejemplo en Efesios y en Colosenses. Luego se usó el nombre de «parroquia» para referirse a la Iglesia local (nombre que todavía se usa en Oriente). Con su origen en Africa, en el siglo IV, la palabra «diócesis» se convirtió en el nombre para designar a la Iglesia Particular, aunque «parroquia» seguirá usándose en Occidente hasta el siglo IX.
En el Código
de Derecho Canónico vigente las diócesis son el primer ejemplo de
Iglesias particulares (CIC 368). El derecho describe las diócesis del siguiente
modo: «La diócesis es una porción del pueblo de Dios cuyo cuidado pastoral se
encomienda al obispo con la colaboración del presbiterio, de manera que, unida
a su pastor y congregada por él en el Espíritu Santo mediante el evangelio y la
eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la cual verdaderamente está
presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica» (CIC
369; cf CD 11). El Código se ocupa por extenso de la
estructura de las diócesis y de otras entidades comparables de la Iglesia, de
un modo que reconoce la complejidad de muchas diócesis urbanas actuales
(460-514) y del papel de los obispos como pastores (CIC 375-402). Al obispo que
está a cargo de una diócesis se le llama «ordinario del lugar».
La diócesis no
es una mera división administrativa de una unidad más amplia que sería la
Iglesia universal. Es la Iglesia
Católica en su plenitud
presente en un lugar determinado, siempre que esté en comunión con todas las
demás diócesis, con la Iglesia de Roma y con su obispo, el papa. El obispo es cabeza
de la diócesis por derecho propio, no por delegación del papa o como
representante suyo (LG 27). El ordinario del lugar, como miembro del colegio
episcopal, ha de interesarse además por la Iglesia universal.
Así como el
obispo no está aislado del resto de la Iglesia, sino en comunión con ella, así
también tiene que estar en comunión con el clero y todos los fieles de la
diócesis, haciendo todo lo posible por fomentar dicha comunión.
Las diócesis
modernas consisten en un conjunto de parroquias, que son los lugares donde la
masa del pueblo se encuentra de hecho con la Iglesia. Cierto número de diócesis
constituyen una provincia, a cuya cabeza hay un metropolitano, por lo general
un arzobispo, responsable de los cuidados pastorales de su propia archidiócesis
(CIC 435). No todos los arzobispos son metropolitanos, ya que el título de
arzobispo puede ser un título personal otorgado por la Santa Sede. El
metropolitano tiene muy poca autoridad sobre las diócesis sufragáneas, es
decir, las diócesis que forman parte de la provincia.
Nuestra
Diócesis se llama de Asidonia-Jerez. En la antigüedad, "Asidonia"
designada a una zona en la que se encontraba la ciudad de Jerez, donde tenía
sede el obispado. Nuestro obispo se llama Don José Mazuelos Pérez, y junto con
su clero, unos cien sacerdotes, asisten toda esta Iglesia Particular, con unas
noventa parroquias. La mayor expresión de comunión de esta verdadera Iglesia es
la "Eucaristía, en una misma oración,
junto al único altar donde preside el Obispo, rodeado de su presbiterio y
ministros" (Sacrosantum Concilium 41).
Antonio Luis Sánchez Álvarez, párroco.