Suma tu carga a mi
espalda,
que yo también cargo.
Cuenta además con mis
manos,
que yo también tiro.
Y pon que, a partir de
ahora, será
de los dos un camino.
Y yo tu muleta, tu abrigo,
tu almohada y tus
trastos,
los nuevos y antiguos.
Mira que ahora tu
calma
es también mi descanso.
Que, si algo falta, lo
lleno yo
a golpe de abrazos.
Porque a partir de
ahora habrá
barra libre de besos.
Y apúntate todos los
gestos
que hablen por
nosotros
cuando nos callemos.
Fue sin querer que te
quiero
y, ya ves, bendita
casualidad,
que en tu farmacia
encontré mi remedio
y tú en mí lo que no
enseña nunca ningún colegio.
Si pones tú la sal y
yo enciendo la luz,
tendrá sabor y vida
nuestra casa.
La sal dará el sabor, la
luz que alumbrará
cada rincón de esta
nueva casa.
Si pones tú la sal y
yo enciendo la luz,
que solo si es contigo
me la juego.
La sal que da el
sabor, la luz para alumbrar,
que si es contigo me
la juego yo,
me la juego.
Sabes que cuando te
apagas solo yo te enciendo,
que si me falta moral yo me subo a tu verso.
Y pon que a partir de
ahora hará mucho menos frio.
Y pon que dejó de ser
mío,
dejó de ser tuyo
y ahora es nuestro.
Fue sin querer que
te quiero
y ya ves que cada días
más.
Que en mi farmacia
tendrás tu remedio
y yo en ti aprendí lo que no enseña ningún colegio.
Si pones tú la sal y
yo enciendo la luz,
tendrá sabor y vida
nuestra casa.
La sal dará el sabor, la
luz que alumbrará
cada rincón de esta nueva
casa.
Si pones tú la sal y
yo enciendo la luz,
que solo si es contigo
me la juego.
La sal que da el
sabor, la luz para alumbrar,
que si es contigo me
la juego yo,
me la juego.