En este segundo domingo de
Navidad proclamamos, al igual que la misa del día de navidad, el
prólogo del Evangelio de Juan.
Juan no trae relatos de la
infancia de Jesús. En su lugar pone un prólogo teológico, una
prosa poética que quiere ser una reflexión teológica de toda la
vida de Jesús.
Subyacente a esta reflexión
teológica está la filosofía y la antropología de la época
helenística y judía, la de hace dos mil años. Y éste es su
condicionante fundamental.
El autor y la comunidad joánica
han inculturado la fe cristiana en su contexto y en su pensamiento.
Es una reflexión teológica sobre la persona de Jesús con seis
elementos simbólicos..
Desentrañamos del texto esas
imágenes, símbolos y conceptos que el autor usa aplicándolos a
Jesús para comprender lo que quiere decir:
1º El Principio (arché) de
todas las cosas que buscaban los antiguos filósofos, desde los
presocráticos hasta los neoplatónicos es Cristo-Jesús.
2º La palabra, la comunicación
que usamos para relacionarnos que es fundamental en nuestra
humanización. Cristo-Jesús es la voz de Dios.
3º La luz que nos permite ver y
vivir. Cristo-Jesús ilumina nuestra existencia.
4º La
“carne”, nuestra humanidad, nuestra corporalidad, mediación para
los demás. Jesús es uno de nosotros.
5º La
vida misma humana nuestra es símbolo del camino de seguimiento de
Jesús como discípulos.
6º Nuestro hogar, la casa que
habitamos. Dios ha puesto su tienda entre nosotros.
Con
esta reflexión el evangelista y la comunidad joánica pretenden
explicar que Jesús es la salvación de la humanidad.
A
nosotros nos toca hoy, inculturar nuestra fe en Jesús con las
categorías actuales. Algunas son las mismas, otras están cambiando
y otras son nuevas. Para que nuestra fe hoy día sea significativa a
nuestro mundo tenemos una gran tarea por delante.
Marcelino Sánchez sj