Hay que enmarcar, en primer lugar
este relato de Marcos en su contexto:
Jesús en Galilea se ha convertido en
un predicador itinerante del Reinado de Dios, va de pueblo en pueblo. Su actividad tiene dos aspectos: sus
palabras y los gestos que la acompañan. Esos gestos son de liberación y
curación.
En esta escena concreta en la
sinagoga de Cafarnaúm contemplamos un exorcismo. Con este gesto de sanación se le
reconoce a Jesús autoridad propia. También
por ello Jesús va
adquiriendo fama entre la gente.
En la escena del exorcismo se
evidencian las patologías psicológicas, los miedos
y males inexplicables y las enfermedades mentales que en la cosmovisión judía
de ese tiempo eran interpretadas como posesiones de espíritus malignos y
satánicos y eran motivo de marginación y exclusión social.
Hoy día
nosotros juzgamos estas situaciones de distinto modo. Aunque en el fondo, lo
fundamental, igualmente se trata de una sanación y liberación, que es lo
definitivo y lo que nos interesa.
Para nuestra consideración espiritual podemos reflexionar:
1º punto: Se nos invita a abrir los
ojos y descubrir el mal real de nuestro mundo, pecado, injusticia, maltratos,
desesperanza de los pobres. ¿Vemos o no la maldad de la injusticia real de
nuestro mundo?
2º punto: El Reino de Dios viene a nosotros. La palabra, el poder y la humanidad de Jesús sana, fortalece y libera.
3º punto: La autoridad de Jesús es su
autenticidad, su apuesta por la verdad, su servicio al oprimido y al que sufre.
4º punto: El encuentro con Jesús es de liberación y sanación.
Marcelino Sánchez sj