Josep F. Mària. [Al cor del món/Pregaria.cat] A
los niños bien educados les han enseñado a decir gracias cuando reciben
un regalo. Y en castellano se dice: “es de bien nacido ser agradecido”:
dar gracias por tal o cual cosa que recibimos.
Pero hay momentos en que sentimos que tenemos que dar gracias sin que
haya ningún regalo o ninguna causa concreta para agradecer. Momentos en
que, si encontráramos palabras, no podríamos decir “Gracias por haberme
dado esto”, ni “Gracias por haberme dicho aquello”, ni “Gracias porque
(no) me ha pasado lo otro”. En estos momentos, difíciles de describir y
aún más difíciles de explicar, parece como si el tiempo se detuviera y
la paz nos invade. Estos momentos se relacionan tal vez con la
contemplación de un paisaje bonito, pero nos llevan más allá del
paisaje; aparecen cuando somos testigos de un gesto generoso, pero nos
llevan más allá del gesto. Y nos sentimos llenos de un sentimiento
profundo de gratitud.
Dice la tradición franciscana que en una ocasión San Francisco
despertó al pueblo de Asís con un repique de campanas en plena noche.
Cuando la gente se levantó y fueron alarmados hacia la plaza de la
iglesia, Francisco les dijo: “¡Mirad qué luna más bonita que hay esta
noche!”. ¿Locura, broma de mal gusto o invitación a agradecer la
profundidad última del mundo?
Momentos como este se pueden llamar momentos de gratitud fundamental,
porque afectan las raíces o el fundamento de nuestra vida: nos cambian
por dentro, de manera que nuestras acciones de cada día ganan en
capacidad de apreciar la bondad de las personas, en serenidad para
afrontar situaciones complejas, en paciencia y esperanza para hacer
frente al sufrimiento, en ganas de festejar con los que están contentos.
Los momentos de gratitud fundamental son inesperados y no los podemos provocar con la fuerza de nuestra voluntad:
sólo podemos acogerlos cuando llegan. Pero ser agradecidos en las
situaciones de cada día, y detener regularmente la actividad para
contemplar la vida sin prisas son hábitos que nos prepararán para
reconocer esos momentos cuando se presenten.
Después de uno de estos momentos de gratitud fundamental, Violeta Parra escribió una canción: “Gracias a la vida”. Y después de otro de esos momentos, Francisco de Asís escribió el “Cántico de las Criaturas”.
- ¿Qué momentos de gratitud fundamental he experimentado en la vida?
- ¿En qué situaciones de cada día soy agradecido a la gente? ¿En qué podría serlo aún más?
Extraído de http://blog.cristianismeijusticia.net